Lucas Ezequiel Ojeda

Lucas E. Ojeda

Carta


Esta semana te estuve extrañando y pensando en vos más de lo usual, me costó.

Capaz por estar escuchando demasiado Babasónicos y acordándome de cuando cocinábamos juntos escuchando el último disco que te gustaba tanto, pequeños momentos de muchísima felicidad.

No nos conocimos durante tanto tiempo pero te llegué a amar aunque no llegué a decírtelo. Y fuiste la primera y única persona que me amó en mi totalidad, conociendo todo lo bueno, lo malo, lo que me averguenza y enorgullece.

Lo intenté e intento pero por más que me gustaría un montón no me sale creer que hay algo más y estás en ese “algo más” observándome de alguna forma. En una paz que acá lamentablemente no pudiste tener.

Me queda siempre pensar de que ya no sufrís más pero todavía me llegan olas de culpa, por qué no hice o dije tal o cual cosa, por qué no fui simplemente mejor… pensamientos al pedo, ya está.

Me mudé finalmente al Sur como varias veces te había contado que quería hacer y hasta considerabas venir también en un futuro ideal lejano y por primera vez, porque nunca pudiste conocer la Patagonia.

Capaz que esto es algo que te gustaría saber, que finalmente hice lo que tanto dije que quería. Sabías cuan feliz me hace estar acá, cómo me permite desconectarme de lo malo y conectarme con lo bueno.

Por qué escribo y publico esto? Porque no tengo con quién hablar de estas cosas en persona estando lejos de Buenos Aires. Siento todavía necesitar descargar mis pensamientos y emociones de alguna forma, después de tantos años ya pienso que la psicoterapia definitivamente no es para mi y eso que lo intenté. Antes de hablar con un desconocido sobre estas cosas prefiero escribir, a veces publicar, a veces no.

Absolutamente todo pasa.